viernes, 14 de octubre de 2011

Dharma



La  palabra Dharma tiene varios significados en la filosofía oriental y todos acaban llevando al mismo punto, pero en este post me centraré en el Dharma como ese camino que pertenece a nuestro alma, ese camino por donde nuestros pasos fluyen sin esfuerzo alguno, y, finalmente, ese camino que además, da cobijo a las almas de quienes nos rodean.

El Dharma es el camino que nos pertenece porque cuando lo recorremos el tiempo desaparece, y la palabra “disfrutar” se queda corta para nuestra experiencia. Nos pertenece porque además lo recorremos sin esfuerzo, ya que es nuestro don, aquello que sabemos hacer y no nos cuesta. Y lo mágico del Dharma es que además otros se benefician de nuestros pasos.

Ahora piensa: ¿qué es aquello que te hace perder la noción del tiempo y disfrutar? ¿De qué manera otros se benefician de ello? Si encuentras la respuesta a estas dos preguntas habrás hallado un camino hacia tu alma. Ojalá alguien nos propusiese estas preguntas cuando somos pequeños, y ojalá el sistema educativo nos encaminase hacia los deseos de nuestro yo más profundo. Ojalá nuestros sueños de niños no se perdiesen en la gigantesca maquinaria del modelo social establecido... Pero no ocurre así: ¿recuerdas a aquel compañero de clase que se pasaba la vida haciendo dibujos extraordinarios en los márgenes de sus cuadernos? ¿en qué trabaja ahora? Probablemente nadie reparó en su arte, o en casa le dijeron que de sus dibujos no podría vivir. Y él o ella, poco a poco, lo fueron creyendo. Es así como vamos renunciando a nuestros dones, como si no tuvieran importancia, como si no sirvieran para nada… y nos vamos convirtiendo en una sociedad triste que mira a los cantantes, actores, directores, escritores, dibujantes, poetas, famosos cocineros, grandes académicos o creadores tecnológicos con admiración y resignación, pensando que ellos son los elegidos, y no hay más. ¿Elegidos? Yo diría que son Valientes. . . valientes que creyeron en su sueño, que lo tenían claro, que un día estuvieron dispuestos a volar por las estrellas aún a riesgo de perderse, de caer, de no volver. Valientes que no se desanimaron jamás y que hoy han hecho de sus dones su profesión, han seguido su Dharma, y por eso están donde están, porque lo que hacen disfrutando sirve a otros, porque una canción, un cuadro, o una película proporcionan momentos felices de inimaginables maneras a quien los recibe.
Yo hoy tengo una pregunta para ti, ¿estás dispuesto hoy, aquí y ahora, a ser valiente?¿estás dispuesto a recuperar tus sueños? Basta con que te escuches, con que recuerdes lo que más te gustaba hacer de pequeño… y des un paso adelante. Deja que crezca, conviértelo en tu hobby, apúntate a un curso, reúnete con gente a la que le gusta lo mismo, o introdúcelo en tu profesión. Conozco a una chica que trabaja como cajera en un supermercado que tiene un desarrollado don para detectar las emociones de los demás y siempre tiene un comentario amable para quien lo necesita, sabe que una sonrisa puede alegrar un día gris y su tiempo transcurre de forma diferente al de otros compañeros que no se molestan en mirar a la persona que tienen enfrente. Podemos expresar nuestro Dharma de muchas maneras, y ten por seguro que todos tenemos dones, que todos sabemos hacer algo bien y sin esfuerzo.
Y no creas a nadie cuando te diga que es tarde. No vuelvas a caer en la trampa. Apaga la tele y busca el tiempo que te pertenece. Naciste para crear, para explorar, para descubrir cosas que sólo tú puedes descubrir. Los dones nos sirven para navegar por la existencia infinita en sus infinitas formas, para volar por lugares imposibles y desterrar para siempre el tedio de la rutina. Deja que tu don entre en tu vida, de la forma que sea, y verás cómo el tiempo cambia y el mundo adquiere un poco más de color; hazlo por ti… y ten por seguro que lo estarás haciendo también por los demás. Qué mejor forma de honrar la vida que nutrirla de aquello que sabemos hacer mejor.

(Imagen carretera: Evgeni Dinev)
(Imagen abstract light: twobee)

lunes, 3 de octubre de 2011

Contradicciones

Como occidentales nos han educado en un mundo en blanco y negro, un mundo donde las cosas son buenas o son malas. Por eso nos cuesta tanto aceptar el negro, comprender los opuestos, y aún nos cuesta mucho más aceptar que algo puede ser blanco y negro al mismo tiempo. La visión maniqueísta de la vida se extendió por nuestra sociedad de la mano de películas con malos-muy malos y buenos-buenísimos, y programas infantiles del tipo “Barrio Sésamo” donde nos decían “ahora estoy cerca” y “ahora estoy lejos” pero poco o nada mencionaban el estadío intermedio. Así crecimos, y así, inconscientemente, empezamos a juzgar a las personas que nos rodeaban, a las cosas que nos pasaban y a nosotros mismos. Si las cosas sólo podían ser buenas de una manera, las contradicciones pasarían, lógicamente, a exasperarnos.
A lo largo de la vida, se nos romperían muchas veces esos esquemas, pero con creencias tan arraigadas, tan repasadas a través de la ficción, probablemente volvimos una y otra vez al mismo punto, a la misma visión, que nos convertiría en víctimas de los defectos ajenos e instalaría en nosotros una permanente lucha. Mis esquemas se rompieron pronto, cuando era una adolescente entregada al teatro y un director me dijo eso de “las personas no son blancas ni negras, existe una infinita gama de grises”; algo hizo entonces “click” en mi cabeza, pero no sería hasta bastante tiempo después que comprendí que no sólo eran las personas, sino las situaciones, las que tenían infinitas tonalidades, que incluso más allá del gris, algo podía ser blanco y negro al mismo tiempo. Hoy sé que es desde esa aceptación desde donde se puede caminar hacia adelante con serenidad.
Blanco y negro, bueno y malo, cerca y lejos, querer y no querer… contradicciones que existen en todos, en todo, y que llevan al agotamiento cuando no se aceptan. Sin embargo, también abren una nueva puerta a la comprensión del mundo -y de las personas- cuando se asumen, evitando tanto idealizaciones como odios, con todo el sufrimiento que ambos comportan.

Partimos de una premisa, y es que es muy difícil que una persona vea el mundo como lo ves tú. Cada uno carga con sus experiencias, creencias y herencias, y con ellos filtra todo lo que le rodea y acontece. En algunos casos compartirás sus visiones, y en otros, no lo entenderás, o te parecerá mal. Si eres tolerante, pasarás por alto aquello que no entiendes, pero aún así, si no asumes las contradicciones que te crean aquellos que te importan, sufrirás intentando evitar a toda costa los momentos que no compartes, intentando hacer comprender que tu visión es la correcta, o peor, pensando que puedes hacer que los demás cambien. Los demás cambiarán cuando quieran cambiar. 
Piensa en todas las discusiones que has tenido en tu vida, ¿cuántas veces has conseguido hacer que la gente cambiase de opinión? ¿De qué porcentaje de “éxitos” estamos hablando? ¿merece la pena sufrir por tener razón? Y por otro lado, ¿cuántas veces has dejado de disfrutar de algo bueno porque has encontrado alguna “mancha” en ello que no te gustaba? ¿Cuántas veces te  has perdido lo bueno porque no era “lo mejor”, lo “perfecto”? Todo se vuelve mucho más sencillo, menos cansado, cuando aceptas que la vida, como la gente, no es blanca ni negra, que necesita de los opuestos, y que muchas, muchas veces, se dan ambos colores  a la vez, o una mezcla de ellos.
Si abres la puerta a las contradicciones, te sorprenderás de lo bellas que pueden llegar a ser. Y es que más allá de lo contradictorio, brilla una luz diferente. Atrévete a conocerla y el mundo se llenará de color.
Vuelvo a traspasar el plano de los opuestos de la mano de Jason Mraz, con “A Beautiful Mess”, bello caos, bonito desastre… convertido en canción:
(No me gusta traducir canciones de amor, son besos del alma que pierden demasiado si los toca la mente. Pero seguro que alguna vez te has encontrado en medio de un caos que te resultó bonito, quizás hayas amado a alguien con todo aquello que comprendías y aquello que no. De eso habla la canción, pero tampoco importa demasiado, realmente sólo quería mostrarte la belleza que puede nacer de la aceptación de la contradicción y para eso, basta con escuchar).
(vídeo subido por unfold1234)
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