Sexo, drogas & Rock´n´Roll, el famoso trío que tan frívolo puede parecer, y que quizá a primera vista lo sea, oculta en un segundo vistazo realidades mucho más profundas. Son tres vertientes de una misma necesidad: la de llenar el vacío existencial que tenemos todos en una sociedad que ha perdido la referencia del sentido de la vida. Son tres caminos que durante milenios han sido utilizados con sabiduría para llegar al profundo conocimiento del ser. Lo saben los chamanes que utilizan las plantas maestras para crear estados alterados de conciencia que permitan ver más allá del consciente. Lo saben los yoguis tántricos que durante milenios han utilizado el sexo sagrado como una pequeña parte de sus prácticas hacia el conocimiento y la fusión con lo absoluto. Lo saben los músicos que han traído tanta y tanta belleza que ha podido impregnar sus vidas y las ajenas, o los que utilizaban los sonidos para despertar cuerpos y almas dormidos. Hoy, en occidente, lo intuyen, de alguna manera, la mayoría de quienes buscan en cualquiera de esas tres vías colmar su vida, y lo convierten en su cárcel quienes en ellas acaban buscando la huída. ¿Qué es lo que ocurre?
La sensibilidad es un don, un don maravilloso, pero puede ser infernal en un mundo en el que todo el mundo huye de su vida interior porque ha perdido el control sobre ella y le duele. Sin embargo la sensibilidad es también la bendición que le permitirá a una persona conocerlo todo un poco más allá de lo aparente, conectar con la Vida en lo más profundo de su éxtasis, bucear por el océano de la creatividad y rescatar cosas bellas para traerlas al mundo y que todos puedan disfrutarlas. Esos viajes oceánicos llevarán a artistas y otros buscadores a conocer algo más de la existencia… y es que… ¿dónde está una melodía antes de ser compuesta? ¿dónde estaba aquella historia antes de que alguien la escribiese? Pero también, a mayor sensibilidad, más preguntas, más océano, más contraste con el mundo habitual…más difícil es llegar a casa y vivir como si todo lo demás no existiera, pasando de puntillas por las emociones de los que huyen. Mayor es, en definitiva, la sensación de brecha entre lo interno y lo externo.
A su vez, cuando un artista tiene éxito, cuando tiene permiso para ir y venir del campo creativo y es alabado por ello y es ésa su forma de colmar la existencia, pero la existencia no se llena; cuando un artista tiene todo lo que se supone que hay que tener para ser feliz en esta vida, y no lo es porque esa suposición social es errónea, y la brecha sigue abierta, puede explorar las otras dos vías… y lo normal es que si lo hace, las otras dos tampoco consigan hacerle feliz. Porque ni las drogas serán maestras ni el sexo será sagrado, porque faltará en ellos un conocimiento que durante milenios ha sido ocultado y denostado por los poderes religiosos. Porque se habrán convertido en cárcel en lugar de camino.
No es extraño ver entonces a tantos talentos artísticos desviarse en algún momento de ese trazado artificial y empezar a explorar un camino espiritual. Desde los Beach Boys a Sting, pasando por los Beatles, por nombrar sólo a unos pocos de los grandes que se acercaron a la India, al Yoga y a la meditación en busca de esa plenitud que el recorrido occidental difícilmente ofrece. Muchos han encontrado en ese camino su camino, el de otros no pasaba por allí, y algunos otros construyen puentes de sentido sobre la brecha abierta, mostrando una increíble fortaleza de la que probablemente ni sean conscientes.
Vaya este post para todos esos buscadores artísticos, que nos recuerdan la inmensa belleza de un Universo creativo que se expresa a través de sus obras, de sus voces y de sus almas. Vaya, especialmente, para aquellos que como Amy Winehouse, se perdieron en la inmensidad. Gracias a todos por lo bello, y aún más allá, gracias por la esperanza de lo sublime.
(Imagen:topstep07)