martes, 31 de julio de 2012

Amor

La época estival es un periodo típico de amor, expansión y belleza. Tres características que son inseparables. El amor real es expansivo, y bello. El amor que sufre, que disminuye, que llora… es el amor filtrado por el ego y las carencias que erróneamente  creemos poseer, es el amor filtrado por la sensación de estar separados de todo lo demás y el miedo a no ser suficiente.
Con el malinterpretado mito de la media naranja muchas personas piensan que deben encontrar su otra mitad para ser completos. Eso no es posible, porque cada uno de nosotros es un ser completo en sí mismo. Ocurre que la formación del ego nos lleva a pensar que hay algo malo en nosotros, generando vacíos que pretendemos desde bien temprano que llenen otras personas. Así se generan apegos que como todo apego sólo llevan al sufrimiento. Se generan los “te necesito” y los “no estabas cuando yo te necesitaba”… Dos caras de la misma moneda del sentimiento de separación egoico. Nadie puede colmar tus necesidades, sencillamente porque –aunque no lo creas- no son reales. Todo está dentro de ti, no hay separación. Ésa es otra de las cosas que te permite experimentar el yoga y la meditación. Experimentar, digo, no creer. Y entonces todo cambia.
Hace poco dos alumnas de yoga, al final de una clase, pudieron experimentar por primera vez la dicha que se oculta tras el yo, tras el ego, tras todo lo que creemos ser, y que constituye uno de los primeros estadíos de la practica meditativa. Me decían que sonreían sin querer y que querían reír a carcajadas sin motivo alguno; una de ellas me preguntaba muy sorprendida por qué esto está tan oculto en nuestra sociedad. No lo sé, supongo que una maquinaria social basada en el consumismo necesita de la creencia en las carencias personales. No siempre fue así. Existieron lo que llamamos las “culturas pre-caída”, donde las cosas eran diferentes, donde se comprendían mucho mejor la vida y el amor.
Y es que el amor está mucho más allá de nuestro ego. El amor Es. El amor es lo que somos, o, para empezar, somos un potencial infinito del mismo, como diría Antonio Blay. No necesitas lo que ya eres. Cuando comprendes esto realmente el amor es expansivo, realmente el amor es la Vida. Cuando comprendes que lo eres todo, y sientes la belleza en ti, lo único que quieres es compartirla. Así, entre dos personas que sean conscientes de esto, nacen las relaciones personales sanas, así nacen las relaciones que no hacen sufrir. Porque sufrir no es amar. Sufrir es sólo apego. El apego es necesidad de que el otro se comporte como yo espero, como yo quiero, como yo creo que necesito.  
Una relación sana es aquella que hace crecer a dos personas libres. Una relación sana es la que comparte felicidad, la que no exige, la que acepta las decisiones del otro sin juzgar, porque no hay otra necesidad que la de Ser. Cuando dos personas fluyen de esta manera en lo que ambas son, en el amor real… la vida y su belleza fluyen con ellas, porque no puede ser de otra manera… lo cierto es que la vida es... puro amor.
(Imagen: Victor Habbick en FreeDigitalPhotos.net)
NOTA: Hemos alcanzado las 11000 visitas en el blog a pesar de que últimamente he dedicado mi energía a otros proyectos y no he compartido cosillas por aquí :) Muchísimas gracias!!!


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