“Quería un final perfecto. Ahora he aprendido, por las malas, que algunos poemas no riman, y que algunas historias no tienen un claro comienzo, desarrollo y final. La vida va de no saber, de tener que cambiar, de aceptar el momento y hacer lo mejor de él, sin saber qué va a ocurrir después”~ Gilda Radner
Hay un día en la vida de un buscador en que una lucha se termina. Es en ese preciso instante en que te das cuenta de que no hay otra forma de vivir más que la de caminar a través el miedo. Has de dar el siguiente paso, a pesar del miedo, simplemente porque quedarte atrás no es una opción, y ni siquiera sería vivir. La vida son las tempestades y la calma, el sol y la luna, los misterios y lo obvio. La vida es aquello que llamamos mundo, más allá de nuestro control. Es el día en que te rindes a lo que Es, y entonces lo que Es se vuelve increíblemente intenso, porque acabada la lucha tu mirada puede descansar, y se posa en los detalles de la vida, y te das cuenta de que la Vida brilla por todas partes… en todo lugar. No lo habías visto sólo porque estabas luchando para que el mundo fuera como tú lo deseabas, no querías nada si no era todo… y por el camino te perdías la magia.
Es sólo desde la aceptación de lo que Es, aquí y ahora, desde donde podemos caminar hacia donde nos lleve nuestro corazón, sin lucha, sin drama, con serenidad. Más allá de nuestro miedo a la oscuridad, hay luz. Más allá de dolor y más allá del placer, hay un lugar; ese lugar es tuyo. Y es en ese lugar donde reside tu poder, pero para encontrarlo has de pasar, necesariamente, por el presente que fluye y aprender a fluir con él. Dejar que venga lo que tiene que venir, dejar que se marche lo que se tiene marchar. Respirar en el ahora lleno de infinitas posibilidades. Eso es vivir.
(Imagen: Leuntje)